Estudio revela que, si bien la naturaleza se abre paso en áreas transformadas por minería, el paisaje de la Amazonía está cambiando de manera drástica. Investigación sugiere oportunidades para la conservación y restauración.
Cuando a Nélida le hablan de los trabajos que hacía en La Pampa, en su semblante aparece de pronto una expresión de nostalgia. Eran tiempos de prosperidad, según cuenta. Nunca le faltaba dinero. “No como ahora que ando sin un sol”, dice sentada cerca de un bar de mala muerte en el kilómetro 98 de la carretera Interoceánica, en Madre de Dios.
Esta mujer de 44 años lleva más de un año trabajando como empleada en un negocio e intenta reunir el dinero que necesita para que sus tres hijos puedan estudiar. Hoy, esa área deforestada donde extraía oro está volviendo a tener vida.
Al menos así lo ha demostrado un estudio realizado por el Programa de Ecosistemas Acuáticos del Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia), el cual revela que las pozas mineras abandonadas en La Pampa por la minería ilegal han sido colonizadas por comunidades acuáticas, lo que demuestra una asombrosa capacidad de adaptación.
El análisis de los peces, aves, plantas acuáticas, plancton, anfibios, chinches, libélulas y escarabajos albergados en estos humedales mineros mostró que algunas de estas comunidades pueden alcanzar niveles de riqueza comparables a lagunas silvestres.
Esta investigación, llamada ‘Nuevos humedales en La Pampa minera de Madre de Dios: oportunidades y desafíos para el desarrollo y la conservación’, evaluó seis pozas mineras dentro de la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata (RNT) y dos dentro del mismo lugar, considerando el año de abandono de cada una.
Asimismo, como control, se estudiaron dos lagunas de referencia dentro de la RNT. Pozas más antiguas registraron un aumento en la captura de peces.
Entre los hallazgos, la investigación encontró que las pozas mineras con mayor tiempo de abandono presentaban una mayor cantidad de pesca que las lagunas naturales, acentuada por la conexión con otros cuerpos de agua durante las inundaciones estacionales.
Asimismo, dichas pozas mostraron índices comunitarios más elevados en macroinvertebrados acuáticos —como libélulas, chinches y hemipteras— que las lagunas naturales.
Además, se identificaron especies singulares no compartidas con otras ubicaciones. A pesar de surgir tras la transformación de bosques primarios por la actividad minera, estos nuevos humedales constituyen un extenso paisaje de bloques con recursos que, sin llegar a sustituir nunca a los ambientes naturales, ya son aprovechados por la fauna silvestre y tienen importancia en la implementación de planes de conservación.
Madre de Dios: desafíos y oportunidades
El doctor Julio Aráujo, autor principal de la investigación, indicó que este estudio enfatiza en la urgencia de medidas para mitigar efectos adversos en la población a causa de estas pozas mineras, evitar el aumento descontrolado de nuevos humedales generados por la actividad minera, así como la necesidad de políticas públicas para poner en valor los que ya existen.
“Los nuevos humedales mineros podrían actuar como zona de transición hacia ambientes naturales en un paisaje transformado por la minería”, comentó.
Camila Timaná, ingeniera ambiental e investigadora de este estudio, subraya la necesidad de indagar la seguridad de las especies en estos entornos y propone un monitoreo constante para comprender el comportamiento futuro de las comunidades acuáticas en las pozas mineras.
Dato
Cincia llevó a cabo este estudio motivado por la crítica falta de información ecológica en estos nuevos humedales y destacó la importancia de abordar los desafíos ambientales en la cambiante pampa minera de Madre de Dios. Este estudio fue realizado en el marco de Cincia-Acierta, una alianza entre Cincia, Wake Forest University y la Agencia de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (Usaid).
Fuente: La República